La patada en los huevos

Hay varias noticias cuyo comentario podrí­a titularse un dí­a como hoy así­ como este. Patadas en los huevos para unos o para otros por una u otra causa. Pero hay una que además de tener su parte figurativa, la tiene también literal.

Este es uno de esos comentarios que salen más de las visceras que como fruto de un reflexión pausada y sosegada, pero que, por otra parte son inevitables.

Y es que vista completa la secuencia de los hechos, y aun sabiendo lo que duele una patada en los huevos, o precisamente por eso, la cosa tiene lecturas que van de lo jocoso a lo inevitable. Y esque no se puede pasar uno la vida tocando los huevos, y luego quejarse de que se los tocan con mayor violencia, ¿o deberí­a decir con violencia más evidente?

Porque las cosas hay que llamarlas por su nombre. Y de la misma forma que la noticia empezó a circular con la fórmula “patada en el bajo vientre”, y hoy aparece ya como patada en los testí­culos, todos sabemos que se llama simplemente patada en los huevos. Igual que todos sabemos que lo que hací­an ayer esos señores, no se llama derecho de manifestación, libre expresión ni nada parecido, se llama finamente provocación, y más coloquialmente tocar los huevos.

Y quien siembra vientos recoge tempestades, y llevan tiempo acusando a los demás y siendo incapaces de ver lo que son, de juzgar lo que hacen. Enseguida habrá elecciones, y tan demócratas que son ellos se darán cuenta de que al común de los mortales nos tienen tan hartos como otros de los que llevamos tiempo hartos.

Y es que como decí­a antes, al ver la secuencia completa de los hechos, no se puede irrumpir en una concentración como la de ayer, haciendo ostentación de huevos, insultando y descalificando a la mayorí­a con altitud altanera, porque, tanto echarle huevos al asunto, uno va, lanza una patada y ¿dónde acierta? en los huevos, porque en la cabeza es imposible.

 

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