Publicado en Diario de Noticias de ílava el 1 de abril de 2007
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Ayer terminó la semana del pintxo en Gasteiz. Toda una ocasión para cerrar los ojos cuando cojemos la cartera y abrirlos cuando nos traen los pintxos. Puro diseño. Lo cierto es que Gasteiz lleva camino de desbancar a Donosti como ruta del pintxo de diseño.
Y esque nuestros hosteleros han hecho un auténtico derroche de creatividad, y va sin coña. Pero a veces, como ocurre con muchas de estas cosas relacionadas con el diseño, uno no sabe si la creatividad es gastronómica, pictórica, escultórica o literaria. Porque hay algunas creaciones en las que se tarda tanto en leer el nombre como en adivinar la forma de hincarle el diente a la pequeña escultura que se nos pone ante los ojos.
Con un cierto punto de excepticismo, uno llega a no saber bien si lo que se ha pedido es para comer o para fotografiar.
Poniéndose melancólico uno recuerda aquellos tiempos en los que, presumiblemente por la propia evolución genética, el vitoriano poseía un extraordinario juego en la articulación de la mandíbula que le permitía ingerir de un solo bocado aquellas banderillas de huevo cocido con mayonesa, gamba y espárrago. Y hablando de aquellas banderillas, que ojalá nunca desaparezcan, tampoco es descartable que superados todos los límites de la creatividad, y en un afán revisionista y de vuelta a las esencias algún año de estos tengamos una sorpresa.
Primer premio del concurso. Germen de gallinácea cocido en agua salada y debidamente seccionado, con salsa fría de aceite y huevo aromatizada al zumo de limón, adornado con un fruto del mar y coronado con una punta de espárrago chino.
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