Educar, asustar o limpiar conciencias…

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 18 de Marzo de 2007 

Hoy nos hemos levantado sobresaltados con la noticia de una tragedia. En Hernani cinco jóvenes han sufrido un accidente. Dos han muerto. La conductora ha sido detenida por superar la tasa de alcoholemia permitida. Hora del accidente, las 5:50 am.

Una vez más se juntan alcohol, juventud y carretera. Una vez más se disparan las alarmas, una vez más nos vemos en la alternativa de optar por una educación razonable, por campañas que asusten o por poner los medios para limpiar nuestras conciencias mientras los problemas no solo no desaparecen sino que crecen.

A este respecto me tení­a a mi mismo como un bicho raro. Conocida es mi tendencia a educar en lo posible, teniendo en cuenta la realidad que vivimos, e incluso aplicando técnicas de persuasión que acostumbran a ser más efectivas que las campañas a que se nos tiene acostumbrados.

Conocida la noticia leí­a hoy un artí­culo de Javier Elzo, poco sospechoso de coincidir conmigo, y sin embargo era como un presagio. Yo hago mi propia interpretación de los hechos, de estos y de otros muchos similares que a veces no acaban en los teletipos más por suerte que por que alguien haya hecho nada por evitar la desgracia.

Y esque está muy bien pretender que todos vamos a ser buenos porque sí­, por que una u otra instancia de la administración publique un decreto, porque una u otra policí­a impute un delito, una falta o simplemente una multa, porque uno u otro organismo se gaste nuestros cuartos en una campaña que a la postre no vale para nada.

En una sociedad en la que todos bebemos no se puede decir que es malo, nefasto, demoní­aco algo que hemos visto hacer a nuestros mayores y que nuestros menores nos ven hacer a nosotros. Hace falta ser más positivo, más realista. Hace falta decir que a veces es preferible una multa a una vida. Y si no ahí­ están esos muertos en rutas kafkianas hechas para evitar previsibles controles de alcoholemia. Ahí­ están también las realidades de un paí­s como el nuestro en el que a veces los desplazamientos son inevitables, ahí­ está esa falta de sensibilidad para educar en el blanco o negro. Si bebes no conduzcas. Pero a veces se nos olvida enseñar a nuestra gente que, si has bebido, conduce con cuidado, conduce despacito, igual te ponen una multa, igual arrugas el coche, pero por favor, no te mates.

Un pecado de juventud es ser irresponsable, pero por lo menos yo estoy en contra de la pena de muerte. Vamos a ser serios, vamos a buscar la forma de que un pecado de juventud no tenga una condena a muerte. No hagamos como aquellos legisladores franceses que, para evitar el creciente número de asaltos a viajeros pusieron la pena de muerte, y lo que consiguieron fue que la mayorí­a de los asaltos llevase consigo el asesinato de los viajeros para evitar testigos.

Seamos pues conscientes de nuestras miserias y de nuestros pecados, y no intentemos crear una sociedad en la que a la vista de nuestros actos no creemos. Busquemos simplemente, y ya es bastante, una sociedad en la que los errores no salgan tan caros, porque a veces el mayor error es no ser conscientes de los errores propios.

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