Hace tiempo, allá por noviembre escribí unas líneas sobre la condena a De Juana por sus artículos. La reciente decisión de la Audiencia Nacional sobre su condena, ha puesto de actualidad el asunto, así que decidi retomar aquel post y reducirlo para darle formato y extensión de carta al director. De cuatro intentos tuve suerte en tres. La carta salió publicada en El correo español, en Deia y en gara. No así en el país. Este es el texto publicado:
Los dos artículos de Iñaki de Juana suman, sin títulos ni espacios, 12.718 caracteres. Doce años, siete meses y un día suman 110.184 horas. Cada letra le ha costado ocho horas y cuarenta minutos de cárcel, una jornada laboral completa. Una cosa preocupante por varias razones.
Una, que la legislación de este Estado permita tal atropello contra la libertad de opinión. Uno más debería decir, porque se han visto muchos últimamente.
Dos, que la justicia adquiera tintes de comedia bufa. ¿De qué le sirvió a De Juana negar amenazas o afirmar que lo único que quería hacer en el futuro era escribir? De nada. El juez había dictado sentencia antes de abrir la vista.
Tres, que sean muchos los que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Exigimos a Turquía, China, Corea, Cuba o Irán lo que somos incapaces de cumplir nosotros en materia de libertad de prensa y opinión.
Cuatro, que al margen de procesos e historias, lo cierto es que De Juana ha dejado de ser un ‘terrorista preso’, de hecho debería estar en la calle, y será a partir de ahora un preso encarcelado por un delito de opinión, o sea, un preso político. En otras ocasiones puede haber diferencias respecto a esto. En ésta no.
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