Emociones recordadas…

La vida vida es un conjunto desordenado de emociones. L otro, la vida real, es poco más que un mercado de frustraciones, un burdel de ilusiones.

Vendemos nuestro tiempo y nuestra vida para comprar el tiempo que no tenemos, que no podemos vivir ocupados como estamos en ganar dinero para comprarlo. Y en ese camino dejamos también a menudo nuestras ilusiones, nuestros sueños.

Por eso a veces, cuando nos emocionamos nos sentimos de pronto vivos, y una simple sonrisa nos devuelve de pronto lo prestado y si se me apura, incluso con intereses.

El viernes pasado inauguré las rampas, quiero decir que subí­ por ellas por vez primera. Subimos tres amigos, y tuvimos tiempo de observar a la gente, de contemplar esa agitación tan provinciana, tan de siempre, de la gente al experimentar algo nuevo. Yo para mi, recordaba aquellos lejanos dí­as en que se instalaron en Gasteiz las primeras escaleras mecánicas. Hay quien dice que fue en Jaun, hay quien dice que en Wolworth, pero yo creo recordar que fue en la nueva Plaza de Abastos, en Santa Bárbara.

El caso es que vitorianos grandes y mayores acudí­amos sin más objeto que porbar en carne propia aquel artilugio, aquel ingenio del que habí­amos oido hablar, de cuya eficacia y viabilidad habí­amos dudado y que como buenos santo tomases debí­amos experimentar en carne propia.

Así­ andaban los vitorianos el viernes, y tengo entendido que el sábado y el domingo. Mirando desconfiados y pisando temerosos las planchas de aladino para subir sin esfuerzo hasta el cielo de Montehermoso, y llegados comentábamos la mayorí­a… ¡Hací­a años que no veia esta fachada sin la lengua fuera y el pulmón a punto de decir basta!

En definitiva, si en su dí­a dije que estéticamente me gustaban, ahora puedo decir que prácticamente me encantan, y vistas las reacciones de la gente, de la normal, no de la otra, me da toda la impresión de que en esto al menos no estoy solo.

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