Y otra más…

Ahora le toca el turno a iturritxo, a la calle. Una polémica local con caracterí­sticas globales. Una más.

Cuando uno mira el plano de Gasteiz, asiste al absurdo de que un eje este oeste, bastante periférico por cierto, pasa de forma abrupta de ser un espacioso boulevard, con dos carriles en cada sentido y un amplio paseo central a convertirse en una única ví­a de doble sentido durante unos cientos de metros hasta que, llegado a una rotonda retoma su doble trazado. Curioso.

El ayuntamiento, bueno, tal como van las cosas dirí­amos mejor que el equipo de gobierno, plantea eliminar el cuello de botella en ese tramo, y claro, como no podí­a ser menos, ya tenemos movimiento vecinal en marcha.

El tráfico rodado es en Gasteiz una auténtica hecatombe, más aún si consideramos que el diseño de la ciudad, y el volumen de su población no justificarí­a en principio la existencia de problema alguno de tráfico.

Este eje del que hablamos, periférico en su dí­a e incluso hoy, está llamado a ser un eje de tráfico rodado, y con cada vez mayor importancia según vaya asentándose la población en los nuevos barrios en construcción en Salburua.

Dicen los vecinos que se quiere hacer una autoví­a, que morirán niños y hasta niñas de los que estudian en los colegios cercanos, que bajará la calidad de vida del barrio, y que se yo cuantas catástrofes más.

Pero volvemos a lo de siempre, cada cual defiende su parcela, su ciudad, su barrio, su manzana, y el ayuntamiento deberí­a actuar con un criterio global, y asumir en su momento la defensa de proyectos que interesan a toda la ciudad, aunque cuesten algo a algunos. En una dimensión solidaria de la vida, los perjudicados, en caso de serlo, debieran ser conscientes y además hacer gala de ello, de su contribución a ese concepto cada vez más ovlidado del bien común.

El ayuntamiento, por su parte, y malo es aquel que tropieza no ya tres sino tantas como puede en la misma piedra, debiera actuar con otro talante. Eso no significa claudicar, eso significa explicar e implicar, eso es realmente hacer una ciudad entre todos y para todos. Los partidos, los que no gobiernan, me refiero, deberí­an también ser capaces de actuar con un mí­nimo de responsabilidad. Utilizar para desgastar a gobiernos la polí­tica de callar o apoyar a las protestas de este tipo no conduce desde luego a ningún sitio, y genera deudas y anima comportamientas que, en mala lid, otros usarán en su momento.

Avanzar es dar pasos hacia adelante, progresar es ir superando obstáculos, y eso cuesta, a menudo mucho más que ponerlos, o que apostarse junto a ellos para esperar pacientemente a que alguien se tropiece, pero lo triste de estos tiras y aflojas, es que al final tropezamos todos.

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