Aniversarios…

Esto de los aniversarios es a veces como lo de los funerales. Me refiero al estupor con el que oimos aquello de estamos aquí­ reunidos para celebrar… y claro, normalmente en esos momentos no se está para celebrar nada, y si por lo que sea, si que lo estamos, tenemos sin embargo la obligación social de mantener la compostura y disimularlo.

Hoy hace unos años, un petrolero paseaba por el mar dejando un reguero de fuel. Mientras los próceres, los padres de la patria y demás personajes de altos vuelos buscaban la forma de escurrir el bulto, de alejar el engrudo, de confiar en que el mar que todo lo devora devorase también sus propias miserias. Pero como se suele decir en los informativos españoles cada vez que acontece un gran hito deportivo… no pudo ser.

El barco se hundió, y el reguero paso de ser horizontal a vertical, y la lenta descarga de los tanques de fuel pesado, surtió a nuestras costas de un negro betún durante meses. Incluso parece que vuelve a hacerlo aprovechando el aniversario.

Y nosotros mientras tanto aquí­, seguimos celebrando que nada parecido a vuelto a pasar, y lo hacemos, más que nada, porque como nada se ha hecho, el resultado hoy serí­a el mismo que hace años.

Seguimos cerrando astilleros que bien podí­an ocuparse en construir barcos de limpieza, pero eso no es rentable, no es lo mismo que construir fragatas, submarinos y cruceros, que nos resultan al común de los mortales mucho más útiles. No se ha habilitado un puerto de emergencia, un lugar seguro y sacrifcable donde poder refugiar un barco de estas caracterí­sticas. No se han depurado, por supuesto, nigún tipo de responsablidades, y si acaso, desconozco como está el asunto actualmente, habremos conseguido hundir del toda la vida de un capitán mercante. Eso sí­.

En definitiva, para que algo como aquello no pase “nunca mais”, no basta con celebrar aniversarios, hay que hacer algo entre cada uno de ellos.

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