La jodicatura

Una nueva casta de juristas y letrados va tomando cuerpo y se materializa dentro de lo que hasta ahora conocí­amos con el genérico de judicatura. Se trata de la jodicatura.

La jodicatura tiene una serie de caracterí­sitcas en cuanto a su comportamiento que vamos a tratar de describir, pero que en todo caso se articulan en torno a una máxima que deben cumplir todas sus actuaciones, por acción u omisión. Se trata de joder (con perdón de la expresión).

La justicia se convierte en justiciera, y el juez en parte, y sin el menor reparo se interviene, al amparo de los cada vez más inexcrutables caminos de la ley, en cuestiones que la sabiamente propugnada separación de poderes deberí­a haber hecho imposible.

La tan necesaria justicia hace oidos sordos o dilata definitivamente los asuntos menores o más grandes que afectan ciertamente a la ciudadaní­a, y escucha con atención y trata con diligencia (esto último ni siquiera siempre), a colectivos fantasmas o a sus propios impulsos para imputar a polí­ticos, periodistas, miembros de colectivos sociales, sindicales, etc. etc.

En otras ocasiones cambia los ritmos para mejor hacer honor a su nombre y “joder” un poco más. Así­ es capaz de esperar agazapada para tomar decisiones controvertidas en momentos polí­ticamente precisos. Tanto como de saltar de forma intempestiva a la yugular de los grandes enemigos y amenazas de la democracia española, bueno, o de la española sin más, cerrando periódicos, asaltando bares o haciendo sacas de personas u organizaciones, que, una vez detenidos, una vez cerrados, ven como sus procesos se dilatan años y años, sin que se tenga muy claro cuál es el final y cuál el objeto, aparte del ya conocido, “joder”.

El propio nombre de la justicia, el propio crédito del estado y sus instituciones, la propia viabilidad ética del sistema democrático pasa por una reflexión que se traduzca en medidas para atajar a este colectivo. Subordinarla al poder polí­tico nunca fue un buen camino, y los resultados están a la vista. El aparato judicial es, a fecha de hoy, un auténtico troyano dentro del sistema.

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