Plátanos, moscas y partidos.

Cuando discutimos con alguien, nos enfadamos, nos percibimos como diametralmente opuestos y a veces hasta irreconciliables, lo hacemos con un organismo con el que compartimos un 99,9% de nuestros respectivos genomas.

El chimpancé al que echamos cacahuetes comparte con nosotros el 98,4% de ese mismo genoma. Hasta un simple ratón es en un 90% un organismo idéntico a nosotros genéticamente.

Una simple mosca, incluso ese tipo de mosca que llamamos cojonera, y que no debemos confundir con los pepitos grillo agitadores de conciencias, es en un 60% fruto del mismo genoma que nosotros.

Pedro Miguel Etxenike, comentaba en una entretenida conferencia dedicada a Einstein, que hasta un plátano comparte con nosotros el 50% de su información genética. “Esto es algo que ayudará a los polí­ticos a comprenderse mútuamente mejor”, vino a decir dirigiéndose a los representantes polí­ticos que asistí­an a la conferencia, lo que provocó la sonrisa de todos los asistentes, incluidos los polí­ticos.

Con este baile de cifras quiero tan sólo llamar la atención sobre lo que realmente nos hace diferentes, y lo absurdo que es intentar medirlo en porcentajes. En estos últimos dí­as, un preclaro dirigente polí­tico alavés ha tasado la diferencia entre su partido y otro en un 5%, es decir, ha evaluado la coincidencia en un 95%.

Si atendemos a lo recién expuesto, eso significa que ambos partidos son más parecidos que un ratón y un ser humano, pero menos que un chimpancé y un ser humano, y por supuesto, tan diferentes como lo son en general los humanos entre sí­. Bueno, los humanos y las humanas, para que no se enfade nadie.

No es el porcentaje lo que marca la diferencia, sino la cualidad de lo que diferencia. Cierto es que el repertorio es breve, pero los matices son incontables, y en ocasiones, son más que matices, son esencias que nos convierten en únicos e irrepetibles, en diferentes. El que no sea capaz de entender esto, es en definitiva, un claro ejemplo del 50% de plátano que todos llevamos dentro, y que algunos son incapaces de controlar. El que lo dice con intencionalidad polí­tica en busca apuntalar su propio interés y beneficio, nos demuestra que no siempre es posible acallar al 60% de mosca cojonera que habita en nuestro genoma.

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