Tratado de cinismo.

Hay titulares que uno lee sin poder reprimir el deseo de contestarlos. Así­ que me voy a dar el gusto de poner el titular y de responderlo.

Benedicto XVI critica el cinismo de Occidente y su «sordera» ante Dios.
El Papa reprocha a la Iglesia alemana que se interese por los temas sociales antes que por la transmisión de la fe

La respuesta inmediata serí­a del tipo “La inteligencia critica el cinismo de la iglesia y su “sordera” ante el ser humano.”

Y es que hace falta ser cí­nico para pensar que los problemas de occidente, y dada la influencia de occidente en el mundo, los problemas del mundo, tengan su origen en la “sordera” ante dios. Y hace falta serlo más aún para reprochar a nadie que se interese por los temas sociales en vez de hacerlo por la transmisión de la fé. Porque entonces uno no puede dejar de preguntarse quí¨ es realmente la fé, y si se me apura, con un poco de cinismo, si la fé no sirve para buscar un mundo más justo en el que todas las criaturas de dios mueran de viejos, de accidente inevitable o de enfermedad incurable, y que en el tiempo que están vivos puedan disfrutar de unas condiciones de vida justa y participar en las riquezas y recursos del planeta de forma justa y solidaria, entonces, ¿para qué sirve la fé?

De viejo viene aquello de que “la religión es el opio del pueblo”. Pero con venir de lejos, no deja de ser necesario tenerlo en cuenta. Sea por excusa, o sea por algo más, la religión institucionalizada está delante y detrás de muchas de las mayores atrocidades cometidas por el ser humano hoy y ayer, aquí­ y allá.

Basta con echar un vistazo al panorama mundial, y aunque sea ingénuo pensar que es la única razón, si que es real el papel del judaismo ortodoxo, del islamismo radical, y del resurgimiento del cristianismo más caverní­cola en muchos de los conflictos.

Es precisamente Europa, la cí­nica, la sorda, uno de los territorios donde más lejana se percibe la amenaza de una guerra, y eso a pesar de que no hace ni un siglo que andábamos matándonos por aqhí­ y por aquí­.

Es posible que sea ese excepticismo, ese laicismo, el que, si se acompaña con una cierta dosis de ética humana, y hasta de relativismo, ese relativismo tan denostado por la iglesia, sea en gran medida responsable del diferencial ético de nuestras sociedades. La fé tiene su ámbito en lo metafí­sico, en aquello que ni se puede negar ni se puede afirmar de forma taxativa. Pero cuando se apela a la fé para intentar regular muchas otras facetas de la vida y de la sociedad, el resultado es a menudo desastroso.

A dios lo que es de dios y al hombre lo que es del hombre. Y sobre todo… menos cinismo y más escuchar.

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