11 – s y los Simpson

Un dí­a como hoy es imposible decir que se escribe y no hacer mención al aniversario con mayúscula, al 11-S.

Yo pensaba resistirme, y como mucho hacer mención a un artí­culo que escribí­ hace la friolera de 4 años, y cuyo contenido, por desgracia, no acusa el paso de los años.

Pero en esto que estaba viendo un capí­tulo de los Simpson, cuando ha comenzado el informativo con imágenes de Bush, de Blair, etc, etc, y no he podido evitar establecer cierta relación.

En el capí­tulo de hoy, Hommer se convertí­a en blogger, y tras una serie de peripecias descubrí­a que el filón estaba en publicar paparruchas. Una de ellas consistí­a en difundir que habí­a un grupo de poder que utilizaba la vacuna antigripal para inocular una sustancia que enajenaba a la gente. Poco más tarde, Hommer es secuestrado y conducido a una isla secreta en la que se encontraban todos aquellos que disponí­an de información que podí­a alterar los planes perversos del malvado de turno. En el caso de Hommer resulta que lo de la vacuna de la gripe era cierto, y que producí­a en quien recibí­a la inyección una inclinación compulsiva al consumismo. Por esa razón y no por otra, las campañas de vacunación se hací­an siempre antes de navidad.

Como es habitual, la trama era absurda, los personajes ridí­culos, y el resultado tremendamente cómico. En especial por la torpeza, simpleza e imbecilidad de los personajes, no sólo de Hommer, sino incluso de los mismí­simos malos.

Cuando áún conservaba la sonrisa, la televisión me mostraba a Bush, con su peculiar forma de andar y llevar un traje, acompañado de su esposa y de una serie de asesores, seguratas, o autoridades varias, caminando hacia el centro de la zona cero, el vací­o metafí­sico que buscaba Oteiza, y no he podido evitar la tentación de colocarles las voces de los Simpson, de aplicarles su misma mentalidad, su misma zafiedad, su misma torpeza y su inevitable imbecilidad.

Me los he imaginado conspirando para invadir Afganistan primero y luego Irak, despreciando el dolor de los suyos y de los que no lo son, que en definitiva somos todos, diseñando las mentiras en las que apoyarí­an sus planes, y evaluando la capacidad de conmover a sus audiencias con lágrimas e imprecaciones a dios, a la patria y al rey. Bueno, esto último no les sirve, seguro que se han dado cuenta.

Todo digno de un buen capí­tulo de los Simpson. Todo menos lo que para ellos no pasa de ser un pequeño detalle, hace cinco años murieron 2793 personas en las torres (el número lo digo a voleo, pero se sabe con certeza como bien se han encargado de recordarnos hoy), y desde entonces hasta hoy varias decenas de miles en Afganistan y en Irak.

En tiempos de mayor justicia, Bush y quienes le apoyaron deberí­an hoy estar juzgados y condenados por sus crí­menes contra la humanidad.

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