La ‘plataformacracia’

publicado en diario de noticias de álava

Un nuevo elemento está emergiendo con una fuerza inusitada por las grietas del sistema. La plataformacracia , una estrategia que reune una serie de caracterí­sticas que hacen que su desarrollo sea inevitablemente exponencial.

Para unos supone un atajo, una forma harto eficaz de subvertir el entramado institucional de la democracia representativa. Para otros, es una manera perversa de interpretar a su modo lo que significa la democracia participativa. Los más taimados la usan como una forma limpia y muy barata de desgastar al adversario.

La plataformacracia supone en definitiva un duro golpe al concepto de bien común como objetivo de la polí­tica, en tanto que, por cuestiones de oportunidad y apoyándose en lo que dice ser la voz de las partes afectadas más directamente, silencia -e incluso hurta- al conjunto de la sociedad de su capacidad de decisión. Y esto además se hace buscando reventar decisiones y eludir responsabilidades. La plataformacracia supone en la práctica la negativa a aceptar la impopularidad presente y local frente a una visión global y de futuro. La plataformacracia es además un boomerang, una hidra cuyo número de cabezas crece y que con la misma facilidad pasa de ser herramienta a ser castigo.

Como todo sistema tiene sus claves, y bien pensado no es tan complicado activarlas, sólo hace falta cierta inteligencia y la suficiente carencia de escrúpulos. Veamos, en resumen, lo que podrí­an ser los diez mandamientos de la plataformacracia :

1. Se coge un problema, preferiblemente algo a lo que se pueda decir simplemente NO. Si la cuestión no presenta en principio ningún problema, se busca la forma de que lo presente, y eso implica que sea sencillo decir que no.

2. Se buscan afectados. Si no hay afectados se buscan los motivos que podrí­an crearlos, siempre atendiendo al criterio de lo sencillo que resulte decir NO.

3. Una vez que tenemos problema y afectados, sean naturales o inventados, se magnifica el alcance de las cuestiones que les afectan. Preferiblemente evitaremos cuestiones razonadas o razonables, y potenciaremos las apelaciones a temas relacionados con la salud, los niños, los ancianos, la ecologí­a, el respeto al medio ambiente, etc. Es importante que la postura sea contraria a cualquier tipo de cambio. Siempre es más fácil buscar apoyos para conservar las cosas como están que explicar el por qué cambiarlas.

4. Lo que no podamos demostrar como daño irreparable lo descalificaremos rápidamente como engaño de las multinacionales, de las instituciones o simplemente de los polí­ticos corruptos.

5. Buscaremos un chivo expiatorio. Es más fácil focalizar las iras en una persona, sea humana o polí­tica, que en un concepto o un colectivo. Esta persona no tiene por qué ser la directamente responsable, puede ser simplemente aquella en quien recaiga aparentemente la decisión.

6. Ante la duda, aplicaremos siempre el principio de que todos los polí­ticos son iguales, especialmente si alguno osa a cuestionar los fundamentos de la plataforma. Si alguna información contradice las opiniones de la plataforma, será únicamente porque está en la nómina del chivo expiatorio o cualquiera de sus adláteres.

7. Si en las asambleas observamos que alguien contradice en algo nuestras acusaciones, advertiremos a todos los demás de que tengan cuidado con los reventadores al servicio del chivo expiatorio. Apelaremos en todo caso a la importancia de mantenernos unidos en torno a los principios de la plataforma (o sea, lo de decir que NO). Los matices y las opiniones no son un buen elemento para fortalecer la posición y unidad de la plataforma, que como dijimos al principio, y con independencia del problema que se trate, ha de sostenerse básicamente en decir que NO a lo que sea.

8. Con toda esta carga de razones y principios fundamentales de la plataforma, buscaremos los apoyos necesarios. Se trata básicamente de que la gente firme. Buscaremos sitios públicos para hacerlo, y en caso de ir casa por casa iremos varios. Si a pesar de todo alguno no quiere firmar, afearemos su conducta social y democráticamente. Como dijimos, lo más importante es permanecer unidos en torno a los principios de la plataforma, que recordaremos que son básicamente NO.

9. Otro paso importante es buscar fisuras en el frente institucional. Esto tiene mucha relación con la elección del chivo expiatorio. Con el aval democrático de nuestros afectados, sus pancartas, sus firmas y demás medidas de presión democrática, acudiremos a todos los representantes institucionales. A todos menos a los del chivo expiatorio, salvo que descubramos fisuras también en su propio territorio. Posiblemente conseguiremos que con su gran perspicacia polí­tica nos dejen el camino libre a nuestra actuación sobre el objetivo elegido, eso si es que no se animan a participar con nosotros en el linchamiento.

10. Conseguido finalmente el NO, a lo que sea, y derrotados cualesquiera argumentos razonables, para lo que sea, apareceremos ante la opinión pública como paladines del progreso, y todo gracias a haber conseguido que las cosas sigan como están.

Es el momento de buscar un nuevo problema, o de inventarlo. Mientras tanto, los que consintieron o apoyaron el proceso analizarán sus réditos mientras cuentan con regocijo las tiritas y los botes de mercromina que ha gastado el hasta entonces compañero de viaje.

Eso sí­, todos concluiremos en que la democracia representativa es el menos malo de los sistemas posibles… al menos de momento. Porque en algunos casos cierto es que hay instituciones en las que la democracia representativa no representa a todas las sensibilidades. Pero también lo es que en sitios donde sí­ las representan la situación no es del todo distinta. En el fondo, puede que no se trate tanto de representar como de imponer, por la ví­a del atajo, modelos y soluciones que de hecho no representan a la mayorí­a real de la ciudadaní­a.

Es por eso que para quienes aceptamos las reglas del juego democrático, es vital que la ciudadaní­a se sienta representada. Y eso supone dar opción a todas las opciones. Pero también que cada una respete su verdadera representatividad, lo que no significa renunciar a su esperanza de actuar sobre la realidad, sino la lealtad de hacerlo dentro de las reglas del juego.

Y si además creemos en la participación, en el debate, en las opiniones fundamentadas en el contraste de información, y en muchas de esas cosas que a veces sirven para decir NO, pero que pueden también servir para decir Sí, todos debiéramos aceptar que lo importante, lo democrático, es considerar a los ciudadanos como seres inteligentes y darles la información suficiente para decidir.

En definitiva, buscar el respeto real a la decisión colectiva y no la colectivización de la decisión propia. Entre democracia y el resto sólo debe haber una diferencia tangible, la del respeto a la decisión libre y razonada de la ciudadaní­a aunque no coincida con la nuestra.

 

 

2 comentarios

  • […] Son conocidas mis amplias reservas sobre la plataformacracia. Pero es que también este tema de la participación me suele mover a ciertas prevenciones. Entiéndase bien que no me refiero a que no crea en la participación, sino todo lo contrario, cada vez tengo más claro que esta forma de abordarla no es participación sino una mezcla de contrapoder, oligocracia y trampolí­n para notables de muy distinta naturaleza, pero notables a fin de cuentas. […]

  • […] Segunda reflexión. A veces no me queda más remedio que autocitarme, y es que una vez más uno se encuentra con una plataforma totalmente tí­pica, y ya en su dí­a comentaba los principios básicos que rigen el comportamiento de estos colectivos (la plataformacracia). No voy aquí­ a repetirlo, pero llama la atención la tendencia que hay a convertir lo propio en universal y a ignorar lo ajeno como irreal o perverso. En este caso, y tirando un poco de hemeroteca, llama la atención la enorme pluralidad de las organizaciones y colectivos que apoyan las demandas de esta plataforma (Asamblea De Mujeres De Alava, Hala Bedi, Gasteiz Izan, LAB, Asamblea Anti-peri, Azao… por citar algunas). Curiosamente poca presencia de las instituciones locales. […]

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