Pi, Pi, Pi

 publicado en diario de noticias de álava en febrero de 2005

Es curioso que cuando oimos esos pitidos en nuestro auricular, decimos de alguien que “comunica”, cuando en realidad lo que ocurre es que o ha descolgado o comunica con otro, pero en cualquier caso nunca con nosotros.

Tantos dí­as oyendo Plan, Plan, Plan para al final descubrir que lo que oimos muchos desde aquí­ es Pi, Pi, Pi.

Comunican todos pero nadie nos atiende, ni por supuesto nos escucha ocupados como están en crear sus propias verdades.

Mentira es expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa. Lo que ocurre es que, a fuerza de repetirla, la mentira se convierte en verdad para quien la escucha sin poderla contrastar. Verdad falsa, pero verdad para él. De eso trata cierta obra que narra las peripecias de un supuesto gafe que, harto de las mentiras que circulan sobre él, decide obtener un carnet que le acredite como tal y así­ poderse ganar la vida cobrando por no aparecer en negocios, haciendas, bodas y bautizos. La escribió Pirandello. Primer Pi.

Usar unos números para afirmar algo, sabiendo que se ocultan otros que afirman lo contrario es mentir. Y eso es lo que ocurre cuando se afirma que, como 11 de los 19 diputados que representan a la CAPV harán el Pi Pi Pi al Plan Plan Plan, la mayorí­a de los ciudadanos de la CAPV están en contra de la Propuesta de Nuevo Estatuto. Y es mentir porque no se dice que esos 11 escaños se apoyan en 575.536 votos sobre un total de 1.352.334 votantes. Dicho más claro, con algo más de un 42% de los votos se obtiene casi un 58% de la representación. Ya se ve, milagros de la ley D’Hont (y de los más de 100.000 votos nulos, claro). En definitiva, juegos de números, lo que me recuerda a Pitágoras. Segundo Pi.

Y lo triste es que ésta es sólo una más de las mentiras elevadas a la categorí­a de verdad por gente astuta y taimada, dañosa y maliciosa en su lí­nea, personas de baja condición, astutas, ingeniosas y de mal vivir, protagonistas de un género literario surgido en España. En definitiva, pí­caros. Tercer Pi. Y eso dando por supuesto que estos mentirosos saben que la verdad es contraria a lo que dicen, porque en otro caso no es de pí­caros, sino de pifia el tercer Pi.

Por cierto, no entiendo por qué la Real Academia defiende que un pí­caro es persona de baja condición y de mal vivir, no lo comparto, para que voy a mentir, pero no estarí­a bien ocultarlo a sabiendas, eso serí­a mentir.

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